"Me tocó padecer hace dos meses y espero que nunca más me ocurra". El recuerdo de esa siesta de sábado llena de terror obliga a Mercedes Gómez (mamá de cinco chicos) acerrar los ojos. "A Enzo, el de 10 años, lo llevamos loco de dolor de estómago al hospital Santa Rita, de Lastenia, que es el que más cerca tenemos. Lo vieron y dieron un ibuprofeno ¡Sólo eso! Porque ahí no hacen estudios médicos. Si no fuera por la moto, no estamos contando el cuento; ni siquiera tenía plata para tomar el colectivo. Así, muerto de dolor, lo subimos en la moto y lo llevamos al hospital de Niños. Apenas lo vieron dijeron: ?esto es peritonitis?. Y lo operaron de urgencia", rememora.

Es posible que, dentro de poco, situaciones como las que cuenta Mercedes Gómez sean anécdotas. La enorme estructura del hospital Eva Perón, más conocido como "el hospital del Este", impacta desde la ruta 9 (por el Camino del Carmen hacia el interior de Alderetes). Las autoridades creen que este año empezará a funcionar.

El hospital acercará los servicios de salud a unas 300.000 personas que viven en Banda del Río Salí y que sólo cuentan con centros de atención primaria. Especialmente, beneficiará a los vecinos del barrio "Ampliación 4 de Junio", donde se encuentra.

El edificio ocupa unos 11.900 metros cuadrados entre la planta baja y el primer piso. Alrededor, dentro de un predio de nueve hectáreas, se construyen caminerías y estacionamientos. Lo más importante es que el nuevo hospital, de nivel medio de complejidad, atenderá a la población pediátrica del este. Se calcula que allí se realizarán 4.000 partos al año y que se podrá internar a 132 pacientes al mismo tiempo.

Por ahora, toda la población de la zona debe repartirse entre el Hospital de Niños y la Maternidad. En este nuevo servicio se podrá atender a madre e hijos en un mismo edificio.

Con un embarazo de ocho meses, una mano apoyada donde se arquea la espalda, y la otra cargando a la pequeña Aylén Rocío, Erika Elizabeth Ponce suspira con alivio. "Sí, la verdad es que es una obra muy esperada. Yo no tengo obra social, así que para mí el hospital es muy necesario. Para hacerme los controles o para llevarla a mi gorda al doctor tengo que viajar a la ciudad. Para tomar el 123, que me deja en el hospital, tengo que caminar más de 10 cuadras. Después, tengo que volver en taxi y pagar $ 22, porque mis pies no dan más", se justifica.

"A veces es mejor ir directamente al hospital de Niños, porque para conseguir número en los CAPS tenés que amanecerte", sugiere Mercedes Gómez. Esto es justamente lo que tuvo que hacer Mariana de Juárez. "Me fui al Santa Rita a las 5 de la mañana para conseguir turno para mi nieta que volaba en fiebre y me dieron el número 8. Tengo que volver a las 10 porque la doctora llega a las 9", explica la abuela.

Pavimento y comida

Los vecinos no sólo están ilusionados con que la atención médica mejore en el barrio, sino también porque el edificio traerá, como efecto secundario, dos grandes regalos: trabajo para algunos habitantes de la zona y el ansiado pavimento. Incluso, muchos ya están pensando en poner puestos de comida, farmacias y kioscos, cuyos principales clientes serán los familiares de los enfermos.

Los hijos de Andrea de Garramuño ya son grandes (tienen 18, 15 y 9 años), pero cuando eran chicos hacían correr a su madre al hospital a causa de sus travesuras. "En ese tiempo recién habíamos venido de Buenos Aires y no teníamos obra social. El más grande se cayó sobre una piedra filosa, en la calle, y se le hizo un enorme tajo. Un vecino lo alzó y me lo trajo. Lo llevé al Santa Rita y no tenían cómo coserlo", relató.

"Otra vez, mi hija se enredó en el cable del ventilador de pie y se le cayó en la cabeza. La nena no reaccionaba. Como siempre, lo primero que hicimos fue llevarla al centro más cercano, al Santa Rita, pero también, como siempre, terminamos en el hospital de Niños -agregó Andrea-. Lo único que pedimos los vecinos es que el nuevo hospital tenga los recursos necesarios, porque de lo contrario no nos servirá para nada".